Detrás del Espejo

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viernes, 11 de enero de 2013

URFAUST: Sobre el público y la puesta en escena






Siempre me interesa mucho la reacción del público. Deseo ver qué les pasa, qué sintieron, cuáles fueron las experiencias que tuvieron. En definitiva el teatro para mí es esto, un diálogo mediado y un poco diferido con el público. Un diálogo entre la obra, el elenco que la pone en escena y el público que asiste a ella. Ellos son los destinatarios de nuestro trabajo, y son los que le dan sentido. Es para aquellos que nos acompañen en la sala para quienes estamos trabajando, por lo tanto me interesa mucho saber y ver qué les pasará.

Imagino que a algunas personas les resultará un espectáculo interesante y a otras no, y eso es parte del juego. No me interesa, y no creo que sea posible hacer un teatro que les llegue o interese a todos. Es como una relación de amistad, hay ciertas resonancias que nos vinculan con algunas personas y con otras no las hay.

URFAUST es una obra teatral de un ritmo vertiginoso y una estructura fragmentada que permite realizar una puesta contemporánea, dinámica y basada en la calidad escénica y actoral.
La puesta en escena está configurada sobre el trabajo del actor, es decir, sobre la configuración de los estados. A la vez en cuanto a los códigos de interpretación, la independencia de las escenas nos permite abordarlas desde claves diferentes, es decir, algunas de ellas desde una perspectiva más realista, otras desde una clave más expresionista.
Ha sido un interés de mi parte indagar sobre qué consiste una clave expresionista hoy, a la vez de qué es y cuál es el lugar de lo trágico en el teatro montevideano contemporáneo.
A la vez, la obra, se desarrollará en un espacio escénico amplio y minimalista, que permita la polivalencia. Y donde la iluminación será la gran protagonista en cuanto a la definición de climas, espacios y momentos.
La puesta rescata el vértigo, la aventura, el deseo, el engaño, el amor, la traición, la crueldad, la hipocresía y el dolor presentes en la obra y sus personajes; lo que la vuelve una tragedia contemporánea que nos sigue hablando de nosotros mismos.


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