Detrás del Espejo

Detrás del Espejo

domingo, 3 de noviembre de 2013

París - La Despedida

Paris me despide con una lluvia elegante,
siempre hay que llorar en las despedidas,
cielo gris y árboles de otoño,
y el Sena que sigue su curso,
como yo,
que vuelvo a mi tierra.

Sentado en un café de la Île Saint Louis, detrás de Notre Dame, juego con una niña rubia, bien pequeñita, un juego simple,
un juego de niños.
Sonrío en el recuerdo de lo vivido,
sou feliz.

Retorno de mi Odisea,
y como Odiseo, cambiado,
porque no hay nada que buscar afuera,
sino en uno mismo.
Y lo de afuera,
es un estimulo para encontrar algo en mis adentros.

Vuelvo habiendo encontrado mucho,
vuelvo con mucho por descubrir aun,
vuelvo
como esta lluvia que vuelve a la tierra,
vuelvo,
vuelvo,
vuelvo.

Partenón

Podría decir que es bello,
pero es más;
podría decir, hermoso,
pero es más;
podría decir, increíble, maravilloso, extático, sobrecogedor, mágico, apasionante,
pero es más, más, más, mucho más,
y no tengo palabras
que expresarlo puedan,
lo que es estar hoy acá,
cara a cara con él,
en ella.
Me sumerjo en el silencio,
agradecido,
reverencial.

Delfos

Hoy aprendí que en el Templo de Apolo, en Delfos, se veneraba durante tres meses al año a Dyonisos. Su opuesto. Es decir, en el santuario más importante de Apolo, el que él mismo había elegido. ¿Dyonisos?
Porque en el equilibrio y la complementación esta la felicidad. Porque el cosmos admite e integra todas las facetas. Lo racional, lo claro, lo ordenado, lo perfecto y lo instintivo, lo oscuro, lo desordenado e imperfecto.
Confieso que vine buscando algún tipo de revelación, en definitiva peregrino al Oráculo de Delfos, donde la Pitia daba sus misteriosos anuncios. Y a con esto ya me llevo bastante. Pero además me reencontré con los lemas que estaban a la entrada del Templo: CONÓCETE A TI MISMO y NADA EN EXCESO. Las dos sentencias de los Siete Sabios. Síntesis perfecta de cualquier programa ético y/o religioso.
Creo que éramos varios los peregrinos, a mi izquierda, una señora india vestida con un sari verde, reza.

Dachau


Antes de llegar a München, Iani me pregunta si quiero ir a Dachau,
demoro en contestar,
no lo tengo claro.
Finalmente digo que si,
luego de Berlin y las trazas de la guerra, sí, me parece importante hacer la experiencia.

Desde Dachau pienso en escribir sobre Dachau, pero aún no he podido. Recuerdo el dolor de estómago, y el horror por ver lo que podemos llegar a ser como seres humanos, es decir, dentro de mi también está el torturador de Dachau.
Recuerdo la belleza del bosque que rodea el campo, recuerdo el canto de los pájaros, ¿cantarian también cuando funcionaba como campo de concentración?
Recuerdo la proximidad del pueblo, y como los hacían marchar desde la estación hasta el campo, camino que pasa por el medio de las casas, por lo que es imposible que no supieran lo que era eso que tenían enfrente. Incluso algunos prisioneros trabajaban como jardineros en el pueblo.
Recuerdo las ganas de irme, pero a la vez, la necesidad de ver, de pasar por esa experiencia. Recuerdo los hornos crematorios, donde incluso los ahorcaban de cara al mismo, para ahorrar tiempo y traslado. Macabra eficiencia alemana.
Recuerdo el cuarto de depósito de cadáveres, y la cámara de gas...

...donde entraban pensando que se iban a bañar,

donde metían a más de cien personas por vez, porque el cyclon b que hacía Bayer era tan bueno, que daba para matar a tanta gente de una vez.

Recuerdo las fotos de Joseph Heiden, un prisionero hecho capo, que era tan bueno en su sadismo que lo dejaban realizar operaciones experimentales a los otros prisioneros, con escasa anestesia claro. Recuerdo su sonrisa.
Recuerdo las fotos de las experimentos médicos, "avances" que tal vez hoy disfrutamos. Recuerdo las barracas,
la madera,
el frío,
como se me llenaban los ojos de lágrimas,
recuerdo la mesa de castigos, donde los apaleaban, recuerdo las diferentes estrellas, amarillas, violetas, rosadas y las fichas individuales de cada prisionero, y el sistema de clasificación de esta industria de la muerte.
Recuerdo la reja "Arbeit macht frei" y como había gente que se sacaba fotos sonriendo o hacían chistes, recuerdo, al salir, los ojos llorosos de una adolescente a la que se le había corrido el maquillaje, recuerdo
mi silencio...

recuerdo que cuando salimos, salió el sol.

Se debe recordar,
se debe recordar.