Detrás del Espejo

Detrás del Espejo

domingo, 30 de octubre de 2011

PISAR EN TIERRA
















PISAR EN TIERRA


Luciérnagas de ojos rojos bajan, se alejan, por la carretera,
la vida sigue al tímido sol,
lucha,
una mancha en mi dedo y nada en mi interior,
el calor sólo es externo, el frío: total,
alguien pregunta con voz chillona una estupidez más en la lista de estupideces,
nadie habla, mueven la boca, pero no hablan, ya no pueden hablar, por más que tienen lengua han perdido la palabra,
bocas perfectas que enmascaran interiores podridos,
putrefactos,
son los putrefactos de hoy y de siempre,
los de la sonrisa fácil y la mano falsa que saluda a todos,
¿acaso seré yo uno de ellos?
La palabra ya no lucha, ya no puede, ya tal vez, no quiere.
¿Dónde encontrar calor aunque sea falso?,
¿dónde encontrar calor aunque sea?,
¿dónde?,
¿aunque?...
¡¿calor?!
Es estúpido pretenderlo.
Yo lo pretendo, Yo seré estúpido, Yo, el poeta,
maldito como todos pero con la suprema pena de ser consciente,
consciente e indignado en este mundo loco que ya ni gira, ni se preocupa por girar, que ya no puede verse siquiera,
ni siquiera a sí mismo,
ni siquiera…
Y las luciérnagas huyen, huyen más allá de todos, huyen por sobre todo,
¡qué en tu sagrada huída todo lo destruyas!,
todo lo transformes,
ya no hay calor, ni lucha, ya se ha perdido la pregunta,
sólo unos pocos locos recitan intrincados mantras que la masa ya ni siquiera desprecia,
ya no sabe despreciar,
ya no.
Una niebla sutil, la peor, la invisible, lo cubre todo y lo transforma,
culos, tetas, y a veces ni siquiera eso,
es Mamón lo que importa,
rodeado de Baales, de estúpidos adoradores que ni siquiera saben adorar,
¿dónde quedó el aullido?
¿la revolución?
¿lo nuevo?
Todos, casi todos, todos, tal vez incluso yo, corremos en pos de la mentira del intercambio,
temblamos fascinados por la guerra en TV,
las bombas en HD,
comemos pop y pizza delante de la muerte cotidiana, de la sangre que vuela contra el vidrio y nos entretenemos con sus arabescos,
que horror el horror hecho espectáculo,
que horror el horror del almuerzo cotidiano,
cerrar los ojos no se puede, si ya no se tienen ojos,
ya ni el consuelo de Edipo nos queda,
si no hay nada que expiar, ya no hay vida,
y reímos,
reímos frente a la vida que huye de nosotros,
reímos en el reino de la nada, NADA, NADA, NA…
Corremos,
hacemos que bailamos pero somos sordos, ¿no hay música?,
no nos preocupa,
¡y no!
Levantar la voz y el llanto,
aunque más no sea en una habitación cerrada,
indignarme, indignarme hasta la muerte,
y debajo del sasaki: darme muerte,
alguien entenderá algún día,
es el consuelo del poeta.


Quiero huir con las luciérnagas,
tener mis ojos rojos,
salir, volar, bajar,
ser parte de algo, efímero pero algo,
           huir por la ladera,
           caminar en lo oscuro.
           Hay vida que sigue,
           las plantas, indiferentes o sabias, continúan su lucha, su ser,
           en esa guerra silenciosa se afirman a pesar de todo, en ese mismo todo,
           ser planta, penetrar en el secreto de la tierra, de la transformación,
           sentir el calor que me da la vida,
           saltar del pérfido carrusel,
           del derrotero kármico. ¡Insensato!
          ¡Insensato es mi aullido!
          Mi mantra enloquecido por dar muerte a toda la muerte que nos engulle,
          ya Cronos no devora a sus hijos,
          porque nada hay para devorar.
          Lo hemos perdido todo:
          el instante,
          la caricia,
          la caricia… 
¡Insensato!,
porque sigo pensando que hay consuelo,
porque quiero que lo haya,
DESEO, ¡NECESITO!
Hoy creería en todos lo Dioses,
realizaría todos los sacrificios,
no sólo para salvarme a mí sino a todos, ¡insensato!
Insensato es el deseo,
el deseo de ser humano,
el paraíso perdido de lo que somos,
hoy todo parece insensato,
la calle, la vida, tú,
y ya no grito, susurro…
Susurro en tu oído con temor y esperanza,
con secreta ambición de ser escuchado,
de transformarte en mi cómplice, aliado, compinche,
¡¿me oyes?!
Yo sólo quiero entregarte palabras,
alientos de mi alma prometeica,
tal vez se despierten las llamas
y salgamos felices a quemarlo todo, tomados de la mano, desnudos y eufóricos, a purificar todos los templos, a anunciar la nueva alianza,
pero no ya con Dios,
¡nosotros!,
¡nosotros!,
¡entre nosotros!,
la nueva alianza,
la nueva salida del sol hecho a nuestra medida,
la nueva salida del sol.
Por eso aúllo desde mis entrañas,
en borbotones de sangre a los gritos
y me arranco jirones de ser,
¿ya ni eso te conmueve? Tan ciego has quedado…
por más que tienes ojos no ves,
¡pobre!, me das pena…
Voy a seguir viendo aunque duela
y tal vez me construiré una torre, mejor, un jardín
y dejaré la puerta abierta, puedes entrar cuando quieras,
no voy a poner ni carteles, ni putas, ni luces para llamar la atención,
será una verja humilde, sencilla y con estilo
y si pasas, volverás a posar tus pies en la tierra,
sentirás el pasto como crece bajo tu planta,
oirás el sonido del agua que corre,
los insectos que revolotean,
podrás ver el color de las flores,
los pájaros, la muerte,
sí, la muerte, la podrás ver cara a cara,
en el animal que se pudre y desintegra a la vera del árbol,
en las plantas que caen y vuelven a la tierra,
y olerás la muerte por primera vez en tu vida, ya no en cajas, ya no en templo,
porque no hay mayor templo que la vida.
Si te animas a entrar, claro,
si te animas.
Yo estaré bajo un árbol con un libro en la mano,
una taza de té
y mis lentes.
Claro que hay también té para ti,
o café si es que tú lo prefieres;
libros, habrá a montones,
y silencio adornado con charlas.
Ya lo sabes,
te espero.


Ya son muchos los que aquí han entrado
y sí, hay sombras, pero no es un problema,
¿seguiremos aullando en secreto?
Por más flores que tenga el jardín,
por más fruta, por más fresco,
¿cómo puedes esperar aquí dentro?,
¿cómo vas a estar tan indispuesto?,
¿cómo obstinas tu vida, aquí dentro?,
¿cómo? ¿cómo? ¡¿cómo es eso?!
Ven y verás, yo te digo,
yo no soy el mejor, sólo pienso,
que tal vez este es mi camino,
y por eso yo estoy aquí dentro.
Más yo salgo, camino, recorro,
con mi lámpara busco, restriego
y yo invito, sugiero, imploro
y te invito a que veas de dentro,
si es que aún te funcionan los ojos,
si es que no te ha vencido el miedo.
Tú tendrás que hacer tu camino,
el tuyo y no más que aquello,
es tu vida la que está en tus manos
es la apuesta de tu propio juego.
Eres tú quien juega, ¡decide!
Eres tú quien se anima a lo nuevo,
Ya no hay ni sasaki, ni tumba,
ya no queda ni un agorero,
todos corren sin rumbo, inciertos,
todos ríen sin felicidad ni consuelo.
¿Y tú me dices que eso es la vida?
Mierda, mierda y cero juego.
¿No ves que ya no hay ni luciérnagas?
¿No sientes el frío en este sucio agujero?
Chapoteamos en mierda y reímos,
reímos ya sin ningún consuelo.
¡Levantaos en armas! ¡Carajo!
¡¿No veis?!...
Silencio.
Silencio idiota, silencio.
Preocupados por el Led TV, el Iphone, por llenar el maldito agujero,
preocupados por lo más siniestro,
¡vamos de copas! ¡joder! ¡que esto es vida!,
ya ni copas, ya ni copas, ya…
Y la vida, vetusta, arrugada, y hasta un poco pasada de peso,
nos mira con pena, con rabia,
¿es que nadie ya quiere conmigo?
Silencio.
No hay más que silencio.
Señora, disculpe, yo quiero,
la invito esta noche a unos tragos;
mira que no tengo más que esto;
ni yo tampoco, señora querida, somos dos vagabundos, traviesos,
vamos de ronda, señora, vamos,
vamos que alguno será el caballero
perdido que hallemos,
nuestro Quijote,
nuestro Romeo.
¡Ea! Movamos un poco las carnes.
¡Uy!, que hace años; no importa, bailemos.
Esta vieja y gorda, lo sé,
pero sus ojos brillan sinceros,
no defrauda, no engaña, no irrita,
es así,
contundente, sin agüeros,
y en la ronda final de sus brazos,
en lo que dura esta canción sin miedo,
me hundo en un beso tranquilo,
descanso y disfruto en su seno.
Ya me voy, pequeñito, travieso.
Hasta luego.


No habrá nunca una nube tan negra
que tapar el horizonte pueda.
No habrá nunca un silencio absoluto,
no habrá nunca rendición suprema.
Seguiremos aullando, ¡y de a miles!,
desafiando todas las manos negras
que pretenden torcernos el cuello
y callar nuestras bocas sinceras.
Seguiremos aullando, ¡y de a miles!,
caminando desnudos, sin tregua,
entregando jirones internos,
vomitando la sangre en la tierra.
Porque viene, se acerca otro mundo,
¿no veis, cómo este se abate?
otro pacto,
otra tierra,
un Mesías de carne, sexo y cabeza,
un Mesías en cada uno, sobre su propia tierra,
un Mesías que somos todos, en nuestra vida nueva.
¡Coraje! ¡Salud! ¡Adelante!
Un nuevo tiempo se acerca.
Ya no habrá ni cordero ni lobo,
ni elefante, ni halcón, ni cualquiera,
todos tendrán nombre propio,
azucenas.
Federico, Antonio, Rafael, José, Walt, Arthur, Oscar, Heiner, Fedor, Virginia, Paul, Alfonsina, Silvina, Victoria, Gabriela, Rubén, Idea, Marosa, Amanda, Julio, Catulo, Ovidio, Aspacia, Mary, John, María Emilia, Emily, Jack, William, Camilo, Virago, Leopold, Noémia, Fernando, Safo, Rafi, Omar, Yusuf, Homero, Friedrich, Wang, Li, Isao, Yoshiko, Paula, y más, tantos…
Y todos seremos en todos,
sin dejar de ser quien somos.
Y será el placer absoluto y eterno,
total, infinito, completo.
Y tal vez yo sea un loco profeta,
pero digo todo lo que yo veo,
Casandra, extraviada y alegre,
no me importa que tú no me creas,
ya has leído, ya está en tus adentros,
la semilla que crece en lo oscuro,
se transforma, pierde, muere, revienta,
y de a poco va echando raíces
y de a poco va abriendo la tierra
y de a poco yergue el tallo y lo vemos desplegar ya las hojas, ora el fruto, ora el tiempo
y este tiempo, maestro de todos,
la gran cuna de todos los ciegos,
parirá a los nuevos mortales,
que por esta semilla en su seno,
entrarán de nuevo a la vida,
para ya no salirse por miedo.
La palabra ha quedado ya en vos,
penetrando, esta pérfida artera,
y no hay nada que puedas hacer,
para mitigar su interna carrera.
La palabra penetra, roe la carne y se aloja,
espera con tiempo su tiempo
y ella sabe esperar, es bien cierto,
será en años, en meses,
será en tu último instante tal vez,
rasgará ella todos los velos
y se hará un acero presente,
que no acepta más excusa o sordera.
Y serás tribunal de ti mismo,
de ti misma implacable jueza.
Tus descargos serán tus acciones,
tu deseo hecho carne, tu jardín, tu belleza;
y ella te abrirá o no el camino hacia el sol pues tu mismo, tu misma, así te lo has hecho.
Ni cruz, ni olimpo, ni barca, ni nada,
tú, sólo tú,
tú que hiciste tu propio camino,
gozarás para siempre de él.
Y tal vez este sea el castigo,
o el premio final,
ya verás.


Soy un pobre poeta de jardín ambulante,
puedes quedarte, si quieres,
hay pan, hay vino, hay sol, hay belleza.
Hay silencio jalonado con charlas,
hay pasto verde, árboles, naturaleza,
también aquí mueren los seres,
se pudren, apestan,
prenderé unos fuegos con algo de incienso,
cavaré las tumbas,
haré la cena.
Entra y sale, no hay cerrojo en la verja,
lo único que te pido es que pises en tierra,
que abras los ojos, que sientas,
que pienses y que ya no repitas,
que llores, te indignes y creas,
que luches y así lucho contigo,
creo,
me indigno,
lloro,
pienso y no repito,
siento,
abro los ojos
y piso en tierra.



Juan Sebastián Peralta
Montevideo, 30 de mayo / 30 de octubre de 2011.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Lírica japonesa


















"Memorias de amor reviven
como las azaleas salvajes que florecen
en el Monte Tokiwa;
mi sepulcral silencio sólo revela
cuan desesperadamente te deseo."

Poema atribuido a Shinga Sôjo, pertenece a la antología Kokinshû, cuya forma final es del año 920.

Me encontré con este texto que me parece simplemente maravilloso. Por eso lo comparto. 

Un texto tan lejano en el tiempo y en su contexto cultural y de producción, que sin embargo revela algo tan común de lo humano.
Hay una perfección formal en la poesía japonesa, en su ritmo e imágenes. Y el movimiento del poema es simplemente perfecto.
Del interior de la mente del poeta, y del pasado que se hace presente, al presente exterior de las azaleas floreciendo, las cuales se expanden en toda una montaña. Y ahí volvemos al interior del sujeto, pasando primero por una tumba, la tumba de sus labios, llegamos a ese interno absoluto, inasible pero determinante donde se manifiesta el deseo.
Es un poema trágico, sin duda. Como trágico es el deseo sin objeto. 

Y me acuerdo de este poema de Celan:

"Ante tu rostro tardío,
soli-
tariamente entre
noches que también a mí me transforman,
vino a detenerse algo
que estuvo ya una vez con nosotros, in
tocado por pensamientos"

(Paul Celan, "Cristal de aliento")

El deseo es intocable. Es lo más allá del lenguaje que sin embargo constituye la posibilidad del mismo. Engendrador de angustia por el simple hecho de su inasibilidad.
Y el arte, en la forma que asuma, es ese intento por asir lo inasible, por ponernos en contacto con "ese algo" que trágica, cómica y paradójicamente nos hace ser lo que somos.