Detrás del Espejo

Detrás del Espejo

viernes, 20 de mayo de 2011

ANTÍGONA o del llanto eterno

“¿Pues no ha dispuesto Creonte que, de nuestros dos hermanos, se le hagan a uno las honras fúnebres y se deje al otro insepulto? A Etéocles, según dicen, en cumplimiento de la ley divina y humana, sepultó en tierra para que obtenga todos los honores, allá abajo, entre los muertos. Y respecto del cadáver de Polinices, que miserablemente ha muerto, dicen que ha publicado un edicto para que ningún ciudadano lo entierre ni llore, sino que insepulto y sin los honores del llanto, lo dejen para sabrosa presa de las aves que se abalancen a devorarlo. Esa orden dicen que el gran Creonte ha hecho pregonar contra ti y contra mí, quiero decir contra mí; y que vendrá aquí para anunciar en voz alta esa orden a los que no la conozcan; y que la cosa se ha de tomar no de cualquier manera, porque quien se atreva a hacer algo de lo que prohíbe, se expone a morir lapidado. Ya sabes lo que hay, y pronto deberás demostrar si eres de sangre noble o una cobarde que desdice de la nobleza de sus padres.” (Antígona, Sófocles)

Estas palabras pertenecen al prólogo de la obra de Sófocles que se representó allá por el 422 – 421 a.C. en Atenas. Veinticinco siglos han pasado y esto no mella la absoluta actualidad de las mismas. Más hoy, para nosotros los uruguayos.


Etéocles y Polinices, los dos hermanos enfrentados por el trono de Tebas, se dan mutua muerte en el campo de batalla y Creonte, su tío, asume el trono.

También esto es de una absoluta y lastimosa actualidad. En norte, sur, este y oeste, seguimos enfrentados unos a otros, en medio de disputas que lo único que consiguen son la mutua muerte y el beneficio de terceros.

La historia de la humanidad es, con pena y muchas veces, una constante evidencia de la imposibilidad de recocernos como hermanos, como semejantes, como humanos. La imposibilidad de co-afirmarnos en la existencia en vez de combatir a dentelladas por un páramo individual en el que por medio del solipsismo consumista obtendremos la felicidad.

Sin justicia no hay paz. Pero la justicia no es sólo obediencia a la ley sino a aquello que está por encima de la ley y que en definitiva le da sentido: los derechos humanos. Inherentes al sujeto por el mero hecho de serlo.

Para un griego dejar un cuerpo sin sepultura era un castigo que perpetuaba la venganza y la vergüenza tanto el muerto como en sus deudos. El alma de un cuerpo sin sepultura estaba condenada a vagar en la tierra y no podía acceder a su lugar propio: el reino de los muertos. De forma que la historia quedaba detenida, las heridas abiertas, y no se podía continuar en una nueva dirección.

Con dolor debemos reconocer que hoy estamos así en nuestro país, con un duelo que no se puede terminar y cerrar, y esto no compete sólo a los implicados directos sino a todos nosotros.

Vivir en democracia implica la aceptación de los procesos de decisión de la misma. Y a la vez implica el trabajar, por medio de esos procesos, no sólo para asegurar la justicia sino lo que está por sobre ella: la dignidad humana y el -entre todos-. Porque en definitiva eso es una democracia: entre todos.


A los conflictos que se presentan la respuesta no puede ser el silencio y la sumisión de Ismena:

“Pues preciso es pensar que ante todos somos mujeres y no podemos luchar contra los hombres; y luego, que estamos bajo la autoridad de los superiores, para obedecer estas órdenes y otras más severas. (…) obedeceré a los que están en el poder; porque el querer hacer más de lo que uno puede no es cosa razonable.” (Prólogo)

Hay deberes de conciencia que son más determinantes que cualquier ley. Y que están más allá de los peligros o beneficios que puedan ocasionar. No todo es moneda de cambio.

No sé como resolveremos esto que estamos viviendo, pero sé que tenemos que resolverlo de una vez. La solución no es persistir en el silencio cómplice o cómodo. Tendremos que rompernos la cabeza entre todos para tratar de lograr un corazón entre todos.

La ceguera de Creonte es querer imponer su ley, su voluntad. Y por esto mismo desconoce que el poder no se puede basar en el atropello de la dignidad humana, aún de los enemigos. Su postura lo llevará a perderlo todo, sufrirá por el sufrimiento que ha provocado. Y así se matará su hijo Hemón y su esposa Eurídice. Quedará solo, habiendo reconocido tarde su falta.

“¡Oh crueles y mortíferos pecados de mis obstinados pensamientos! … ¡Oh infortunadas resoluciones mías!... Te has ido por mis funestas resoluciones, no por las tuyas.” (Escena III, Éxodo)

La tragedia de Sófocles se cierra con las siguientes palabras del coro:

“La prudencia es la primera condición para la felicidad; y es menester en lo que a los dioses se refiere, no cometer impiedad. Los orgullosos, luego de pagar con grandes golpes sus arrogantes palabras, aprenden a ser sabios cuando llegan a viejos.” (ídem anterior)

La prudencia, según Aristóteles, es la virtud de elegir bien, aquella actitud intelectual que nos permite elegir el justo medio para los fines que queremos obtener. Es una capacidad reflexiva que nos lleva al camino adecuado.

Queda mucho por hablar, por pensar, por discutir, por hacer; y tenemos que hacerlo ya que no podemos darnos el lujo de la impiedad que seguirá castigándonos.


Para mí lo maravilloso del teatro es que se constituye en un espejo, individual y social, en el cual podemos vernos, reconocernos y por tanto hacernos cargo. Asumir lo que somos y más importante decidir cómo queremos ser. En nosotros está mirarnos o seguir en la ceguera.

lunes, 2 de mayo de 2011

Todo el mundo vive drogado


... Soy como un tubo, un tubo lleno de mierda que se me escapa, una bomba que explota por el culo, por la boca y después nada, nada, nada, dos chorros de mieda de diferente color, pero mierda al fin y nada. ¿Vino? No, mejor vodka con frula, ¡bah!, frula con lo que sea, ¿por qué mierda no tengo ese número?, un gramo, ¡dos!, creo que me metería un gramo de un solo saque, ya sé que es imposible, bueno, imposible no, es que quedaría dura... tal vez muerta... por el momento no le veo nada malo a eso, morir, dormir, no más, no seré la primera, tal vez sí esté el descanso en el silencio, sobretodo con estas voces que galopan en mí, que me zarandean y me someten a escucharlas. Un amigo un día estaba tan fisurado que se metió un gramo de un saque, ¡hasta espuma por la boca echaba!, ¡qué bajón! Médicos, sueros, pastillas y lo peor, la cháchara tarada sobre las drogas. ¿Oiga Dr.! ¿Usted no receta rivotril?, él se fue sin hablarme, el máldito ni siquiera me dirijió una palabra, claro, me cogiste una vez y ahora te hacés el rico, puto de mierda, ¡pija chica!, una palabra, tan sólo una palabra y a mí me hubiese gustado, me hubiese quedado contenta, pensando que me querías, que por lo menos te caía bien, ¿no receta rivotril?, ¿zolof, pastelas, aprazolam, bromazepan, alplasil?, AHHHH, picarón, y a mí me venís hablar de drogas, me vas a decir a mí que estoy drogada, y todos tus pacientes, y todos ellos que no pueden vivir sin su dosis diarias de pastillitas para todo, para lograr despegarse del colchón y llegar al espejo del baño, para abandonar la casa semiprolijo y sentarse a decir -¡Buen día!. ¿qué podemos hacer hoy por usted?-, todos somos ovejas grises que necesitamos la ración del día, la mía es merca, alcohol y sexo, legales o no, drogas al fin. Todo el mundo vive drogado, alcohol, merca, porro, tabaco, sexo, anridepresivos, ansiolíticos, anfetas, efe, keta, pop, música, relaciones. Relaciones... él volvió a aparecer pero no me habla, un trago entonces, brindo por vos querido, por el amor de mi vida que me dejó en pelotas porque no se animaba a amar, A AMARME, por el estúpido impotente con el que malgaste mi tiempo, salú querido ojalá te pudras en el infierno pero bien lejos mío, no soportaría tus lágrimas de nuevo, tengo miedo de que consigas hacer que te perdone de nuevo. Soy una pelotuda. Todos son unos pelotudos, somos unos boludos mendigantes, ciegos, sordos, unas pelotas insensibles, ¡salú!...

[Extracto de "TERCER ESPEJO - Las otras caras de una mujer" de mi autoría. Premio Solos en el Escenario II - Centro Cultural de España, 2009. Representada en Teatro del Museo y Teatro el Galpón (sala Cero y Atahualpa). Protagonizada por Natalia Bolani]


Greta La Escribidora



Querido Evo,
tantos años sin saber de ti, luego de que decidiste nacionalizar la explotación de gas decidí armar préstamente mi valija y tomando la voiture conduje frenética por medio de esos parajes inhóspitos llorando cual Magdalena porque mi Cristo me había sido quitado. Pero que te piensas ¡GUARRO!, mi familia poseyó por siglos la gestión del gas en esos lares y ahora tú con tu trasnochado discurso vienes a quitarme lo único que me aseguraba una tranquila senectud. BANDIDO, tan bandido como cuando bailábamos en el Quemado (¡vaya nombre para un palacio!, Uds. son tan raros...) al son de Sandro, de Valeria y María Martha, cuando tu meliflua lengua se derramaba en mis oídos y me jurabas amor eterno y eterna pasión. Recuerdo especialmente esa noche en que me pediste que fuera una Venus boticceliana (el término es mío por supuesto, tú a duras penas podrías siquiera pronunciarlo) pero rodeada de frutos de tu TIE-RRA. De la misma forma que Apolo persiguió a Jacinto, a Dafne, a Casandra (¡ay! lo que era ese chico, porque mira que salió juguetón) corrí en la búsqueda de papayas, mangos, tuleqas, porotos, mandiocas y cubierta con una capa de hojas de palmeras me presente totalmente desnuda en la sala del consejo, deplegué mis alas y allí se derramaron sobre ti y los presentes (sí claro, estaban tus "ministros", pues vamos que hay que llamar a esos ministros, son in-dios!!!; perdón, tu también pero DIS-TIN-TO, ya que eres PRE-SI-DEN-TE, ¡AH!, en qué estaba... a sí, yo parada sobre la mesa del consejo, mis pies enfundados en esas sandalias blancas que tanto te gustaban (sí, las de taco aguja rojos y rositas de plástico en la capellada, sí, ¡esas!) desplegué las hojas de palma y todos los frutos que venían adheridos a mi cuerpo rodaron hacia ti, los porotos saltaban jubilosos festejando nuestro amor, el maíz convertido en pororó era el firme testimonio de la pasión que nos unía. Recuerdo tu mirada atónita, preso de la impaciencia de poner tus manos sobre mí, febril, inquieto, te levantaste de tu magno sillón y dirigiéndote hacia mí me tomaste de los pelos y me arrastrarte puerta fuera dándome de patadas en el culo y maldiciendo en algún tipo de dialecto, de esos bien tuyos, y de un portazo me apartaste de ti. Sí, ya sé que tal vez no era el momento pero bien sabes que yo vivo (¡vivía!) para que tus deseos se hiciesen realidad, o ¿quién te consiguió el viagra cuando lo necesitaste?, ¿y Manuelita, sí, la pequeña de 12 años, cayó del cielo? y tanto... y tanto más. Por eso haberme enterado de la "nacionalización" de los pozos de pa, DE PA!!!!! CARAJO, no de un montón de mestizos malolientes que apenas hablan una jerga incomprensible y miden 1,20, pero ¡¡¡por favor!!!, ¡¡¡POR-FA-VOR!!!!, con que ahora de ¡¡¡jefes de estado!!!, a regir los destinos de la patria, ¡patria las pelotas!, como decía mi tía adorada: ¡qué coman pastel!, y "a falta de pan buenas son las tortas", por eso que me he hecho lesbiana, sí!!!, tortillera, bollera, como gustes, ahora vivo en Arabia Saudita y soy dama de compañía (mmmmjuuuuu....) de una bella princesa árabe llamada Zaida, ya te contaré más, en otro momento en la medida que pueda aliviar mi alma de la pena de tu traición. Ahora a las delicias de la almeja, que Zaida está llamando y ¡olé!
Besitos.
Yo,
Greta,
La Expropiada.

La mayor parte de nuestra felicidad aquí en la tierra se compone de la que damos a los demás.
Adolfo Luir

[Extraído de Edición fascimilar de "Las maravillosas Cartas de Greta von Gloeden", Surkamp Verlag, Frankfort 2000; pág 23-25]